"La vida es un grito a la lucha interior, a la superación personal, a vivir, a creer en sí mismo, a luchar sin rendirse jamás, el camino de la vida es diario y nada puede pararte, sempre avanti es el lema"

martes, 10 de mayo de 2016

Andarruning en San Donato

   El sábado era el día elegido para andar y correr. A la mañana estuvo chispeando, así que a la tarde, entre nubarrones me dirigí a la Sakana a Unanu para ver si tenía suerte con el tiempo y podía hacer un poco de monte.

Aparqué y comencé a caminar, sin prisa, sabiendo que si comenzaba muy rápido lo podía pagar después, así que paso a paso, andando, fui ganándole metros a la montaña, imponente como siempre, y con nubes sobre ella amenazando lluvia....

El Aska (fuente) estaba desbordando agua, el hayedo en el que entré a continuación estaba precioso, y paso a paso, salí del hayedo para encarar la pala donde está el mayor desnivel.

Comencé a subir sin prisa, paso a paso, despacio, pero sin una pausa, el desnivel era imponente y los metros se ganaban con facilidad, hasta pasar el trozo de mayor desnivel para llegar a un sendero con menos desnivel que me llevaría a las praderas que suavemente me llevarían a la cima.

En ese momento, comenzó a llover, era genial sentir la lluvia caer sobre mí. La lluvia duró pocos minutos, pero yo ya estaba encaminado hacia la cima, que no se veía ya que la tapaba la nube que se había posado sobre ella. La ermita tampoco se veía rodeada de nubes como estaba, pero yo sabía que estaba allí, hasta que la vi entre nubes, aislada, sola, resistiendo al frío y al viento, testigo mudo de mi paso por allí....

Llegué a la cima, la niebla se había abierto, por lo que pude vislumbrar a lo lejos la ciudad, tan cercana, pero tan lejos. Sin perder un momento, me fui a la Ermita, no había nadie, allí estaban San Donato y San Cayetano, posé mi mirada en ellos y salí de la Ermita. Me ajusté la mochila que llevaba... y a correr....

La bajada fue magnífica, correr sobre la hierba húmeda, rodeado de soledad, yo me mi, conmigo mismo....

Abandoné la loma cimera entre grandes hitos de piedra, y allí estuve un trozo sin correr ya que la roca se había mojado y había que bajar con cuidadico...

Corrí posteriormente un poquico y llegué al trozo de mayor desnivel de bajada, que bajé andando despacico para no resbalarme. Pasé ese trozo, y encaré unas rampas no tan fuertes donde empecé a correr otra vez, hasta llegar al bosque donde seguí corriendo y corriendo, para desviarme un poco del camino y visitar el monolito y árbol plantado en Memoria de Iñaki Ochoa de Olza

Tras verlo, seguí bajando corriendo llegando al coche.....

10 minutos de beber agua tranquilamente, merendar, me volví para casa, y sin salir del valle, empezó a llover, la montaña me dejó subir sin mojarme apenas, y encima me brindó el espectáculo de verla en todo su esplendor lloviendo, con el sol por detrás y un arco iris precioso enfrente de su característico morro.

A casa contento ¡Qué gozada!