Hoy he subido a Montejurra.
Al levantarme, tenía la esperanza de que continuara la niebla que el día anterior había en la zona, a ver si había suerte y me encontraba con un mar de nubes en la cima, pero nada más lejos de mi sueño, ya que el día estaba despejado con alguna nube alta. Como iba a ir de todos modos, allí me he ido.
He aparcado el coche en el aparcamiento arriba del monte, junto a un merendero, donde hubo una torre eléctrica.
Me he puesto las zapatillas, abrigo ligero a la cintura, y para arriba.
Esta vez, en vez de coger la ruta de los Gudaris como otras veces, he optado por la subida normal por las cruces. He cogido ritmo rápidamente, el suelo estaba húmedo, por lo que había que ir con cuidado. El bosque, lleno de encinas estaba precioso, con humedad, aunque la verdad que no he tenido demasiado tiempo para mirarlo, ya que debía centrar toda mi atención en el suelo.
Andando y andando, he llegado a la Ermita de San Cipriano, que he pasado rápidamente para subir hasta la cima. Me he parado en la primera cima, la de la Espada, ya que la otra, a pesar de su vértice geodésico, no me gusta demasiado.
He agarrado la espada, como siempre, he mirado el paisaje, estaba medio nublado, húmedo, estaba bonito.
Me he atado bien las zapatillas, he ajustado la mochila y el abrigo para que no me molestaran, y a bajar corriendo.
La bajada ha sido rápida, (para mí), aunque con mucho cuidado para no resbalarme, por lo que iba muy concentrado, no había otra cosa en mi mente más que suelo, piedras y dónde pisar.
Una mirada bastaba para saber dónde poner los pies, un paso, otra mirada, un paso más, mirada, pies, correr, respirar....
Así para cuando me dí cuenta, ya estaba abajo en el coche
Feliz Día de Reyes
No hay comentarios:
Publicar un comentario