"La vida es un grito a la lucha interior, a la superación personal, a vivir, a creer en sí mismo, a luchar sin rendirse jamás, el camino de la vida es diario y nada puede pararte, sempre avanti es el lema"

jueves, 23 de abril de 2015

Bicicleteando Por peña Izaga, un sueño hecho realidad


El martes era el día, comí, me preparé, metí la bici en el coche, y me fui hasta un precioso pueblo en el Valle de Izagaondoa, donde aparqué y comencé a pedalear.

El día era soleado, pero hacía buena temperatura para andar en bici. Se comienza de 600 y pico metros, y las primeras rampas son muy suaves casi llanas. Tras unos 15 minutos subiendo poco a poco, comienzan las primeras rampas del día, empinadas pero no imposibles. El camino se mete en el bosque, y va ascendiendo haciendo eses, en alguna de las cuales me tengo que parar y empujar la bici, ya que había muchas piedras sueltas.

Voy cogiendo altura, hasta que ya estoy por encima de 1000 metros, y llego salgo ya del bosque, viendo el primer objetivo del día, la Ermita. Más duras rampas, en un pequeño trozo, tengo que empujar la bici un poco, ya que las piedras y el desnivel no me dejan continuar, pero sin darme cuenta llego a la ermita, a unos 1200 metros de altura. 

Me paro cerca de la Ermita, cuantos siglos viendo pasar gente por su interior, por su exterior... historia viva.....

El tramo hasta la cima me es imposible hacerlo encima de la bici, por lo que empujo la bici.

Cima!!! El vértice geodésico junto con el buzón están ahí, testigos de mi llegada..

Sonrío, estoy contento, he empujado pequeños tramos hasta la ermita, y a partir de ahí, todo el rato hasta la cima, pero he podido subirlo casi todo encima de la bici.

Hace viento, frío, así que como un poco, buen trago de agua, y para abajo.

Despacio despacio bajo, ya que el camino tiene muchas piedras, así voy bajando, disfrutando, tranquilo, hasta que llego a la valla para que no se escape el ganado, paro a abrirla, y ¡Oh sorpresa!, pinchazo! por lo que me entretuve cambiando la cámara y poniendo otra.....

El resto de la bajada transcurre sin novedad hasta que llego al pueblo de nuevo, donde me tomo un merecido trago de agua, como de nuevo y vuelvo a casa.

Llegué a casa, cansado, pero contento, había subido en bici un monte que tantas veces había subido andando...Peña Izaga, un sueño hecho realidad.

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